26 de Mayo de 2.016
Renovado por dentro y por fuera me
presenté puntual en la Dieta.
Por supuesto iba con todo el
merchandising, la camiseta de paseo por debajo, la camiseta oficial que no he lavado
todavía después de haber triunfado con ella, y que no pienso lavar hasta el día
del partido donde espero volver a meter, y por encima, el polo oficial.
Realmente poco símbolo Porcobravo se
veía por allí, no sé como el MAIN consiente estas cosas. Debería haber
sanciones por falta de uniformidad.
De la comida nada que objetar,, ligera
y frugal como debe ser en un equipo en preparación.
Y luego muchos, muchos planes de
viajes, comidas, algún partido de preparación...
Y fútbol, mucho fútbol, por fin después
de más de un año en la Manada hablamos de lo importante, de estrategias, de
alineaciones, de posicionamientos, de marcajes.
No cabe duda de que el equipo está
mentalizado, nada de huérfanas, nada de aparcar tractores, solo hablamos de
deporte, pero del bueno, del nuestro.
Tenía serías
dudas para esta edición de la AGCUP, pero en la dieta se me disiparon todas,
vamos a ganar, que digo ganar, vamos a machacar a los ciervos, y, si señores,
si, ya saben quién va a llevar la batuta del equipo, un servidor.
Se habló de
refuerzos, cierto es que muchos jugadores actuales dan ascopena y habrá que
retirarlos, pero sinceramente con los que estamos en forma y un par de retoques
tenemos suficiente para que ambos trofeos reposen juntos durante un largo
tiempo.
Me gustó
también que los jugadores fueron retirándose pronto poco a poco a sus casas a
descansar con sus familias. Solo quedamos un pequeño núcleo duro junto al MAIN, los llamados a llevar las riendas del Porcobravismo en esta dura prueba
que tenemos por delante.
En los locales habituales y el templo guardian de la Copa, la Leibstandarte PB MAIN, preparamos el terreno para la victoria en la XIII, movimos posiciones en el organigrama porco, programamos purgas y linchamientos públicos, y bebimos mucha cerveza.
En los locales habituales y el templo guardian de la Copa, la Leibstandarte PB MAIN, preparamos el terreno para la victoria en la XIII, movimos posiciones en el organigrama porco, programamos purgas y linchamientos públicos, y bebimos mucha cerveza.
Tras doce
pintas decidí que ya era el momento de marchar a casa. No sin antes, por supuesto,
hacer una pequeña parada en el kebab correspondiente. El tiempo de abstinencia
en mi retiro había sido largo y ya necesitaba yo de alguna proteína.
- ¿Te excita?
ResponderEliminar- En realidad no. Me fascina.
- ¿Te gusta esa sensación?
- Sí, mucho. ¿A ti no?
Debe usted ponerse a dieta -le dijo el médico.
ResponderEliminarY a partir de ese dia sólo se alimentó de jabalí.
Pero esta operación curativa encierra su propio miasma. Cada vez que se pronuncia “¡Acajo mundo!” la formulación que acompaña a la exclamación resulta desoladora: “¡Acajo mundo! en el vorde”, “¡Acajo mundo! dis pero”, “¡Acajo mundo! de tajas”, “¡Acajo mundo! espantera”, “¡Acajo mundo! en la ñarda”. Esta insuficiencia, esta tragedia de la mostración marcarán la salida del rabicorto.
ResponderEliminarAcajo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Lo más importante de la dieta...¿se oficializó el transfer del emigrante en Sheffield?
ResponderEliminarmañana, los señalados, morirán
ResponderEliminaren el kebab ¿te encontraste otra vez con Esperanza de Triana?
ResponderEliminarvicioso
un sistema en el que el grupo, el deber y el orden son más importantes que el individuo, la moralidad y la propia vida. Son guerreros-sacerdotes, como sus huérfanas. Sin embargo, serán destruidos por el sistema a causa de su sentido ciego del deber; guiados por un hombre obsesionado por la gloria ritual, serán los causantes de su propia aniquilación
ResponderEliminarHay tascas de parroquia fetén y propinera, de tapas de gambas, vino abrigador y fútbol de canal de pago, y hay tascas negras que no levantan la cabeza, de trago de garrafón, alfombra de serrín y aroma de bronca. Hay tascas malditas como hay castillos malditos en Escocia y no tienen remedio, nacen con el porvenir torcido y la barra vacía y borras en el café. Nacen con un cliente dentro que pide sol y sombra y con los churros de grasa incrustados en los relieves de la botella de Anís del Mono, sedimentados como el guano de las gaviotas. Lo que ya no hay son bares con cigarreras, limpiabotas y espías con gabardina. Por las tascas de mala sombra cae a veces un viajante que está de feria y se despistó, pero sale en seguida porque no hay papel en el cagadero y se va a buscar una cafetería con croissants en la que mear no sea una ordalía. Las tascas malditas no tienen enmienda ni aunque cambien de patrón y alarguen la hora feliz y en ellas el vino sabe al vinagre que le ofrecieron a Cristo en la cruz y el periódico es de anteayer. A las tascas de mala muerte no van ni los que no tienen dónde ir, aunque haga frío afuera, y el tasquero se va arruinando, primero progresivamente y después del todo, y se le vuelve el carácter vinagre y te pone el café ardiendo cuando se lo pides templadito. Va alimentando su frustración detrás de la barra deshabitada y cría una agresividad como de cable pelado y se toma por lo personal que un hombrón con bigote le pida una menta poleo porque no quiere que le confundan con el ambulatorio. Un tasquero difícil es como un boxeador zurdo y hay que evitarlo en la medida de lo posible si no se andan buscando pleitos.
ResponderEliminarMientras leía un cartel de propaganda del Leibstandarte Adolf Hitler colgado en el vestíbulo de la estación (en el cartel, dos SS de rostro gótico, glabro y cortante, armados con fusiles ametralladores, con la cabeza cubierta con un gran casco de acero y una luz fría y cruel en sus ojos grises sobresalían con crudeza ante un paisaje de casas en llamas, árboles carbonizados y cañones hundido en el fango), noté que una mano se posaba en mi brazo.
ResponderEliminarEs el Apocalipsis. Dile que pase
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