Jueves 12 de Mayo de 2022
Buenas camaradas.
¿Cómo va eso?
Yo quisiera decir que bien, pero me estaría mintiendo a mí mismo y
a los dos lectores que actualmente me deben quedar.
Y es que amigos, los viejos tiempos de gloria han volado, y el
minuto de fama que me correspondía pasó tan rápido que apenas tuve tiempo de
saborearlo.
Las nuevas generaciones ya no saben quiénes eran los Porcos
Bravos, si no están en el FIFA para ellos no existen.
Si sales de marcha e intentas ir a por alguna maragota de buen
ver, el escudo en el pecho ya no es válido, ahora si no juegas en los equipos
de moda como el Madrid o el Pontevedra, ya no eres nada.
Ya no me piden autógrafos, ya no me piden el teléfono, ya no me
suplican que les bendiga con el banano...he vuelto a ser un anónimo más.
Sin Anglogalician, no hay paraíso.
Ahora apenas soy reconocido en las pocas tabernas que frecuento,
buscando reencontrarme en el fondo de alguna cunca de vino, o de alguna cerveza
artesanal.
Cómo he vuelto a engordar, si alguna vez he dejado de hacerlo. y
al no haber ya pachangas, he intentado hacer algún beer walking de esos y de
paso pelotear un poco más al MAIN, pero como estoy tan desganado, lo he
intentado hacer en una calle cerca de mi casa.
La calle tiene unos 200 metros y tres bares, así que hice cálculos
y no me parecía muy complicado. Para hacer 40 kilómetros, sólo tenía que
recorrer la calle 200 veces.
Así que me puse el primer día, muy dispuesto a hacer los 40 K,
pero claro la parte del walking la tenía clara, pero la del beer no tanto
A los 50 metros tengo el primer bar, paro y cerveza, Salgo.
90 metros más adelante tengo el segundo, paro, y cerveza. Salgo
Al final de la calle, haciendo esquina, está el tercer bar, paro,
y cerveza. Aquí fue cuando se me dio por calcular que, 200 veces haciendo el
recorrido, equivalían a parar 600 veces, 600 cervezas
El objetivo ya no semejaba ser tan sencillo.
A los 1600 metros me retiré, el ejercicio no me parecía estar
siendo tan saludable.
O no entendía yo la esencia de este deporte del Beer walking, o
algo pasaba.
Aun así, al día siguiente me fui hasta los 1800metros, y en un
tercer intento, tirando de épica, alcancé los dos kilómetros.
Fue cuando estaba abrazado a la taza del wáter, que tomé la
decisión de no volver a practicar este deporte y pensar en otras actividades.
Días más tarde, con la cabeza despejada, opte por intentar otras
vías para volver a ganar fama y protagonismo.
Primero intenté apuntarme en Supervivientes, era mi primera opción
y la más deseada. sé que sería duro sobrevivir sin mi kebab diario, pero y todo
lo que iba a adelgazar allí? Iba a regresar más fino que la chancleta de un
gordo. Además, con la de buenorras que van allí, todo el día en bikini, seguro
que sacaba a pasear al banano más de una vez.
Pero me rechazaron, dijeron que ya
no era famosillo, si alguna vez lo fui y que un Porco Bravo no vendía tanto como
para ir a su programa.
Luego lo intenté con masterchef, yo no tengo ni puta idea de
cocinar, pero quien sabe, quizás alguna receta de kebab podría hacer y
triunfar. Me rechazaron, porque dijeron que podría comerme mi comida y la de
los otros concursantes y que ese no era el espíritu que buscaban en ese
programa.
Con Got Talent, iba todo bien, hasta que me preguntaron que
talento tenía yo y claro, aparte del obvio en lo futbolístico, nada de nada.
En la Isla de las Tentaciones, me dijeron que, para participar,
tenía que ir con mi pareja buenorra. Si, coño, que, si yo tuviese una pareja, y
más que estuviese buenorra, iba a estar yo con estas historias.
Lo último que he intentado ha sido Maestros de la costura, no sé
ni coser el escudo Porco y bravo en una camiseta, pero es mi último clavo al
que agarrarme, si no quiero que mi estrella desaparezca para siempre.
Y así estamos, esperando un giro
del destino, o un milagro del MAIN, mientras me cómo un par de kebabs dobles y pongo la tele para ver
supervivientes e imaginar si allí podría marcar ese gol, que nunca logré en la
Anglo-Galician Cup
Pues intenta sobrevivir
ResponderEliminarEs Weer Balking
ResponderEliminarNo importa el tiempo... Más tarde o más temprano el FUTURO SALVAJE acabará por dar la del pulpo a este presente infecto...
ResponderEliminar¿Hay un excepcionalismo madrileño?
ResponderEliminar— Sí. Tiene una acumulación de poder tan grande que compite con el Estado, y más con un estado que se está vaciando de poder. Estas élites madrileñas son capaces de desafiar al Estado. Antes Madrid se confundía con el Estado, pero ahora se está independizando, está jugando un papel propio. Y es muy contradictorio porque a la vez reclama que es España.
Main é un home de rexo pulo e de forte sentimento galego
ResponderEliminarDesde el accidente con el anillo, su pene había quedado resentido. El acto sexual le producía dolor, por lo que no podía entregarse a la mujer con la frecuencia con que hubiera deseado. El miembro se le hinchaba y le dolía durante días. Tenía miedo de no dejar satisfecha a su amante, y de que ésta pudiera preferir a otro. Cuando vio al fornido vigilante hablar con la muchacha estuvo seguro de que tramaban algo a su espalda. Quiso lastimarla, pues deseaba hacerla sufrir de alguna forma, ya que él había sufrido por ella. La obligó a bajar a la bodega, donde bajo un techo de vigas los vinos se almacenaban en tinajas.
ResponderEliminarAtó una soga a una de las vigas. La mujer creyó que iba a flagelarla. No entendía para qué preparaba una polea. Le ató las manos con la soga y empezó a tirar de ella hasta que el cuerpo de la mujer se izó en el aire y todo su peso colgó de sus muñecas, con gran dolor para la joven.
Juró entre lágrimas que le había sido fiel, pero él estaba fuera de sí. Tiró de nuevo de la soga, y la muchacha se desmayó. Su amante recuperó el sentido. La cogió y comenzó a abrazarla y a acariciarla. Ella abrió los ojos y le sonrió.
Había sido vencido por el deseo y se lanzó a satisfacerlo. Pensó que se resistiría, que después del dolor soportado estaría airada, pero no opuso resistencia. Continuó sonriéndole, y cuando él tocó su sexo lo encontró húmedo. La tomó con furia, y ella respondió con la misma exaltación. Fue la mejor noche que pasaron juntos, tendidos en el frío pavimento de la bodega, a oscuras.
Su pubis quedaba bellamente sombreado por unos pelos que habían conservado su color natural. Los labios un poco largos colgaban. Para un cuerpo bastante largo, los hombros eran muy redondos, y el cuello empezaba apenas a marcarse de pliegues grasos, exagerados por la crema. En la cama tuvo de repente el aspecto de un plato de macarrones. Se aburría, quería hacer fantasías. Me enseñaba su culo con aire pícaro. Se ponía boca abajo. Pataleaba, y decía: te excito, ah cerdo, etc. Era inútil. Nada me hacía ya el más mínimo efecto, habría seguido teniéndola tiesa aunque sonara un cañonazo. Dijo que quería ponerse a tono y me agarró cuando me corría, con el pantalón caído y puestos aún los zapatos. Desde la cama donde se había echado, convertida en un animal, acercó su boca, en la que vi un diente azul, debido a un empaste barato. Su lengua aún no había alcanzado el miembro que su mano agarraba enérgicamente, cuando el semen le saltó a los ojos. Yo apenas había sentido lo que pasaba allí. Vamos, que eso no valía más que un sueño.
ResponderEliminarSi por noúmeno entendemos una cosa, en cuanto esa cosa no es objeto de nuestra intuición sensible, y hacemos abstracción de nuestro modo de intuirla, tenemos un noúmeno en sentido negativo. Pero si entendemos por noúmeno un objeto de una intuición no sensible, entonces admitimos una especie particular de intuición, a saber, la intelectual, que no es, empero, la nuestra, y cuya posibilidad no podemos conocer; y este sería el noúmeno en sentido positivo.
ResponderEliminarLa teoría de la sensibilidad es al mismo tiempo la de los noúmenos en sentido negativo, es decir, la de cosas que el entendimiento debe pensar sin la relación con nuestro modo de intuir, y por tanto no sólo como fenómenos, sino como cosas en sí mismas; acerca de las cuales empero, en esta separación, el entendimiento concibe, al mismo tiempo, que no puede hacer ningún uso de sus categorías, en este modo de considerar las cosas, porque las categorías no tienen significación más que respecto a la unidad de las intuiciones en el espacio y el tiempo, y ellas pueden determinar a priori precisamente esa unidad por conceptos universales de enlace merced tan sólo a la mera idealidad del espacio y del tiempo. Donde esa unidad de tiempo no puede encontrarse, en el noúmeno por tanto, cesa por completo todo uso y aun toda significación de las categorías; pues la posibilidad misma de las cosas, que deben corresponder a las categorías, no puede comprenderse; por lo cual no puedo hacer más que remitirme a lo que he expuesto al principio de la observación general al capítulo anterior. Ahora bien, la posibilidad de una cosa no puede demostrarse nunca por la no contradicción de un concepto de ella, sino sólo garantizando este concepto por medio de una intuición correspondiente. Si pues, quisiéramos aplicar las categorías a objetos que no son considerados como fenómenos, deberíamos poner a su base otra intuición que no la sensible y, entonces, sería el objeto un noúmeno en sentido positivo. Pero como una intuición semejante, intuición intelectual, está absolutamente fuera de nuestra facultad de conocer, resulta que el uso de las categorías no puede en modo alguno rebasar los límites de los objetos de la experiencia; a los entes sensibles corresponden ciertamente entes inteligibles, y aun puede haber entes inteligibles con los cuales nuestra facultad sensible de intuir no tenga ninguna relación; pero nuestros conceptos del entendimiento, como meras formas del pensamiento, para nuestra intuición sensible, no alcanzan a esos entes; lo que llamamos noúmeno debe, pues, como tal, ser entendido sólo en sentido negativo.
Lecho solitario, sí, sin ningún rozagante catamito roncando despatarrado en él. Proscrito, todo proscrito. Asió el muy imperial pene, fláccido como una bolsa vacía, y que no se desperezó ante la perspectiva de que lo estimularan. La madre miró el miembro con ojos muy avinagrados. No había quién la matara, pero oficialmente estaba muerta. En su propia cama, a los ochenta; se negó a asistir al entierro de aquella perra. A los doce años lo pilló en pleno acto de masturbación. Impropio, indigno de un romano, cosa de griegos o de judíos. Y, bueno, en cierto modo, lo único que había hecho desde que tomó la púrpura había sido masturbarse. Las imágenes amatorias de la adolescencia, cada vez más exageradas, se habían transubstanciado en carne y en hueso, pero las visiones evocadas en el odioso cerebro por la frotación de la mano derecha habían acabado por resultar, en la memoria, más reales.
ResponderEliminarEs la primera vez que se besan, y están lo bastante alcoholizados para que sus gestos sean fluidos, pero no tanto como para montar un numerito. Al día siguiente ella recordará cada segundo de ese momento. Porque en la vida solo le interesa eso, pero le interesa mucho: la primera vez que besa a alguien, la primera vez que él le levanta el jersey y le coloca la mano en el sujetador, mueve la punta de los dedos para apartarlo, para quitárselo, la primera vez que ha apoyado la palma de la mano contra su polla, todavía dentro del pantalón, y que estaba tan empalmado que ha creído que iba a desmayarse, la primera vez que él se ha dislocado la muñeca para deslizarle la palma de la mano abierta por el coño, y que dos dedos se han introducido directamente en ella, que la ha penetrado con los dedos como nunca lo habían hecho y que ha gozado al instante, de pie, con la pelvis levantada hacia él y los ojos clavados en los suyos para que pudiera ver el efecto que le causaba. Quería chupársela en el portal pero él ha susurrado «¿no podemos ir a tu casa?» y ella le ha contestado sí, puedes venir mi chico no está.
ResponderEliminarNo os vamos a engañar. La quiniela de sospechosos para acertar el autor de "Diario de un Porco Bravo" consta sólo de 4 casillas. Uno de ellos, quizás el principal, cumple años hoy.
ResponderEliminarUstedes mismos.